Stephen Jay Gould se ha ido. Pero, como ocurre con los buenos amigos, nos deja mucho. Nos deja su interés por el conocimiento, su amor por la curiosidad. Nos deja el ejemplo de cómo enseñar ciencia, de cómo apasionar con la ciencia. Nos deja una ventana abierta para contemplar lo hermoso que es buscar la verdad. Aunque sólo sea una búsqueda. Aunque siempre se quede en una búsqueda.
Pues vaya don. Yamato...
Aunque Dawkins dijese de él que hacía muy buena poesía científica y yo me incline más por las tesis del bueno de Richard hay que reconocer que hemos sufrido una gran pérdida.
Algún día nuestros restos se fundirán nuevamente en el horno de una supernova. Mientras tanto... ¡descanse en paz!
Muchas de las conclusiones de Gould me parecen como mínimo discutibles, Tenebris. Pero aun así he disfrutado mucho con su lectura. Y sigo pensando que Gould es un buen ejemplo de que a veces lo verdaderamente importante no es llegar a una meta, sino hacer el camino.
Estoy completamente de acuerdo con los dos. Esté o no de acuerdo con las ideas de Gould (con la mayoría de ellas sí, pero con algunas cositas concretas pero importantes no tanto), y teniendo en cuenta que yo también "me quedo" con Dawkins, me ha puesto muy triste la noticia. Es un placer leer sus libros y era un lujo tener a alguien que, como él, no sólo era un cerebro de primer orden, sino que también nos lo podía contar en libros estupendos.
Sin entrar en la polémica Gould vs Dawkins (y, al menos, Gould tenía toda la razón en que un Gen no es lo que Dawkins da a entender por tal) hemos perdido a un hombre extraordinario, a unas de las pocas personas que fue capaz de ser una eminencia en su propio campo y, a la vez, un genial divulgador. Un personaje de otros tiempos que no sólo era científico sino también un humanista. Un hombre comprometido que no se recluyó en ninguna torre de marfil. Pese a sus errores (que el fue el primero en reconocer) un auténtico referente para todos. Al menos nos queda el consuelo de su obra y su ejemplo.