Lleva muchos años en antena, suele recibir buenas críticas, e incluso ha sido premiado alguna que otra vez. Pero en el panorama televisivo español hay pocos programas tan nefastos como “Redes”, el espacio que se emite todos los domingos por la noche en “La Dos” de RTVE.
Todas las semanas, “Redes” nos ofrece un programa de supuesta divulgación científica en el que caben desde los investigadores más prestigiosos hasta los más patéticos representantes de la ciencia patológica, la pseudociencia y la más simple –y simplona- superstición. Las entrevistas y reportajes mezclan los últimos descubrimientos de la biología, la paleontología o la física con patochadas sobre pseudomedicinas, energías telúricas, campos biomagnéticos y sandeces similares. Y el director del programa, Eduard Punset, muestra el mismo grado de admiración y entusiasmo escuchando las interesantes exposiciones de científicos de primera fila que asistiendo a las demostraciones de ilusionismo de Uri Geller.
Y eso es, precisamente, lo nefasto de este programa. Cuando uno compra “Más Allá” o “Enigmas”, o escucha los programas de radio de Bruno Cardeñosa o Iker Jiménez, ya sabe de qué va la cosa: cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia, como suele decirse. Pero cuando este tipo de majaderías aparecen mezcladas con ciencia de verdad, en un programa aparentemente dedicado a la divulgación científica seria, no solo se les da una apariencia de respetabilidad que no merecen: es que se confunde a los espectadores, que pueden llegar a dar el mismo grado de credibilidad a los últimos descubrimientos sobre la evolución estelar y a las más patéticas estupideces sobre la activación de los flujos de energías vitales mediante la gemoterapia.
Así que la presencia anoche en “Redes” de Pedro Jorge Romero y Miquel Barceló resultó especialmente gratificante. No solo porque siempre es un placer escuchar a dos de los principales expertos españoles en el campo de la ciencia ficción, y a dos mentes especialmente lúcidas y bien formadas. Además, por el soberano repaso que, sin perder la compostura (y, en el caso de Pedro Jorge Romero, la peremne sonrisa) le dieron a Eduard Punset. Cada intento de Punset por introducir un tema pseudocientífico o de ciencia patológica fue respondido por los invitados con sencillez, calma y, al mismo tiempo, rotundidad, empleando una estupenda combinación de ejemplos bien escogidos y razonamientos perfectamente construidos. Y su presencia logró que, por una vez (que ojalá sirva de precedente), “Redes” haya cumplido con una de las facetas más importantes y, al mismo tiempo, más descuidadas de la divulgación científica: enseñar a razonar, a distinguir lo bueno de lo malo y de lo falso, y a separar el grano de la paja.
Es posible que mi opinión no sea del todo objetiva. Reconozco que admiro la labor que Pedro Jorge Romero y Miquel Barceló vienen realizando por la ciencia ficción española, por el pensamiento crítico y escéptico y por la racionalidad. Pero, dejando aparte las simpatías personales, creo que no se puede negar que su presencia anoche en “Redes” hizo que el programa, por una vez, quedase bien
desenredado.
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