Hace poco, el
Paleo-Freak nos recordaba que
el hombre desciende del mono, por mucho que el pudor de algunos divulgadores intente disfrazar este hecho empleando mil rodeos y eufemismos. Por una vez, la interpretación más popular de la teoría darwiniana resulta ser cierta.
Eso ocurrió hace unos cuantos millones de años. En cambio, lo que pasó anoche en el barrio alicantino del Garbinet fue también un descenso del mono, pero de otro tipo: atravesando el techo de la casa, un mono descendió en el dormitorio de un matrimonio de jubilados. Tras "jugar" un ratito con los enseres del dormitorio, el animal (que la pobre señora sólo pudo identificar como "una cosa negra y peluda que no paraba de moverse") volvió a subirse al falso techo, y allí se dedicó tranquilamente a burlar a los numerosos
efectivos combinados del Cuerpo de Bomberos, la Policía Local y la Nacional, la Protectora de Animales, y el circo del que se había escapado. Su aventura acabó tras tres horas de esfuerzos, varios agujeros en el tejado, y unos cuantos disparos de dardos anestesiantes.
No sé si doña Vicenta o su marido dedicarán sus ocios de jubilados a la lectura. Puede ser. Y no sé si tendrán previsto leer algo de Darwin. Puede ser.
Pero espero que no se les ocurra leer a Poe. A juzgar por su aspecto, los pobres no están para muchos más sobresaltos. Aunque, en vez de a "Los crímenes de la calle Morgue", hayamos asistido a "Las travesuras de la calle García Vidal".
¶