Para el excelentísimo señor Alcalde de mi pueblo, que no se llama
Bartolomé, sino
Bernabé;
de este su seguro servidor, que tampoco se llama
Zenón, pero que ha escrito tantas denuncias como aquel pobre maestro, y con el mismo éxito;
con la esperanza de que, ya que hasta ahora no lo han conseguido ni el simple cumplimiento de las obligaciones de su cargo ni la más elemental de las precauciones, sea la proximidad de las elecciones la que le mueva de una puñetera vez a arreglar alguna de las muchas
vigas de Ohanes que tiene en el municipio.
S. Affmo. y S.S., etc.
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